“En Estados Unidos los políticos no toman el poder, la gente se lo concede”, afirmó Joe Biden en la noche del lunes, cuando el Colegio Electoral ya lo había votado como presidente electo y así enterrado las aspiraciones de Donald Trump de cambiar los resultados.
“La llama de la democracia fue encendida en esta nación hace mucho tiempo. Y sabemos que nada, ni siquiera una pandemia –o un abuso de poder-- puede extinguir esa llama”, agregó desafiante.
En palabras de Paula Lugones, corresponsal del diario Clarín, es el discurso más duro que se le ha escuchado desde las elecciones del 3 de noviembre.
Biden respiraba aliviado porque las instituciones habían funcionado, finalmente el Colegio Electoral sorteó las amenazas y que los electores votaron ordenadamente y sin sorpresas, a pesar de estar sometidos a un fuerte clima de amenazas no solo del presidente sino también de los “trumpistas” enfervorizados que aún están convencidos de que les robaron la elección.
Por temor, algunos electores se reunieron en sitios secretos, otros con custodia policial, otros en edificios rodeados de manifestantes. Pero se votó sin sobresaltos y la inédita carrera al fin terminó con el mismo resultado de las elecciones. Biden ganó, Trump se convirtió en lo qué él más detesta en el mundo: un perdedor.
También es verdad que los funcionarios locales (incluso los republicanos) resistieron presiones y avalaron el conteo que ellos habían presenciado. Además, la Corte Suprema –a pesar de ser dueña de una mayoría conservadora que ayudó a consolidar el propio Trump con la nominación de tres jueces— desechó de plano las demandas del presidente por fraude y que nunca presentaron pruebas concretas. Fueron signos de institucionalidad en medio del caos. La democracia resistió los inéditos embates.
Además, a pesar de que algunos legisladores republicanos ya han comenzado a reconocer a Biden como presidente electo, buena parte permanece en silencio porque tienen la mirada sobre ese 70% de simpatizantes del partido que cree que hubo fraude, a pesar de que las demandas sobre el tema han sido rechazadas sistemáticamente en todos los niveles de la justicia. Trump, al fin y al cabo, cosechó 74 millones de votos y Biden tendrá una oposición que no cree en la legitimidad del gobierno y que podría radicalizarse aún más, también en las calles.