“El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de la riqueza; la virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de la miseria.” 

Winston Churchill

El Observador

Los distópicos 

 

Pedro Corzo / pedroc1943@msn.com

 Según el diccionario esta palabra no existe pero habría que inventarla por el número importante de personas que luchan por lo opuesto a la utopía. 

A través de los siglos millones de personas se han identificado con caudillos, doctrinas e ideologías al extremo de matar y morir por lo que creen, pero, en honor a la verdad, es muy difícil entender a quienes defienden proyectos fallidos cuando han tenido la oportunidad de apreciar cómo se comportan esos designios en la realidad.  

Esos individuos sin duda alguna tienen una fuerte vocación a ser anulados, extinguidos por lo mismo que promueven. Las personas que patrocinan ideologías o empresas fracasadas, sustentadas en principios y normas que conducen al desastre, deberían estar recluidas en centros siquiátricos porque tienen una indiscutible vocación suicida que flirtea con el homicidio. 

Cualquier individuo con sentido común se queda perplejo escuchando algunas de las propuestas de personas con credenciales universitarias, con empleos bien remunerados y hasta ocupando cargos públicos.

Ninguna persona sensata puede argüir que el nazi fascismo es una propuesta justa y respetuosa de la dignidad humana, tampoco se puede plantear algo similar sobre el comunismo o negar que sea un proyecto que solo sirve para crear una clase parasita que suprime los derechos ciudadanos. 

En una película inspirada en la vida real,  titulada “La Roja Joan”,  el hijo del personaje central le pregunta enfadado a su madre porque había traicionado a su patria, la Gran Bretaña, pasándole información a un régimen criminal como el de la Unión Soviética de José Stalin, la respuesta de la roja Joan fue que cuando ella espiaba para la URSS se desconocían todas las aberraciones de ese sistema y la crueldad de sus líderes, pretexto que no tienen los jóvenes y ancianos que promueven actualmente ideas extremistas como solución mágica  para los problemas del presente. 

José Martí, escribió, “La ignorancia mata a los pueblos, por eso es preciso matar a la ignorancia”

La réplica del personaje no es nada nueva. Desconocer la realidad y ajustar las consecuencias de los acontecimientos a su conveniencia, es un actuar de muchos sujetos que no siempre reaccionan cuando son pisoteados. 

Este argumento de la espía fundamentada en la ignorancia de los abusos en los que incurrían sus amos,  conduce a especular sobre los motivos que impulsan a quienes a sabiendas del fracaso absoluto del Socialismo Real y su vástago el Socialismo del Siglo XXI, siguen promoviendo esos proyectos fallidos. 

José Martí, escribió, “La ignorancia mata a los pueblos, por eso es preciso matar a la ignorancia”, desgraciadamente, en estos tiempos estamos conviviendo con intelectuales, académicos y políticos relevantes, que han determinado ser ignorantes, en consecuencia la máxima martiana no puede ser usada.  

Es difícil entender la causa por la qué no pocos jóvenes nacidos en una sociedad abierta como la estadounidense, consideran el capitalismo como aberración y no aceptan que los avances de la humanidad están sustentados en el derecho ciudadanos de actuar y pensar con libertad y emprender la forma  de vida para la que se sientan más aptos. 

Cualquier individuo con sentido común se queda perplejo escuchando algunas de las propuestas de personas con credenciales universitarias, con empleos bien remunerados y hasta ocupando cargos públicos. Sus planteamientos buscan extinguir la sociedad que conocemos partiendo de una redistribución de la riqueza que dirigirán personas que nunca fueron capaces de producir nada.  

Estos mensajeros del desastre no son capaces de concluir lo que un humilde campesino cubano determinó cuando vio que el régimen de Fidel Castro despojaba a los campesinos y pequeños comerciantes de sus escasos bienes. Agapito Rivera, cuando vio aquello se dijo, “A esta gente le quitan lo poco que tienen, entonces a mí, que no tengo nada,  me están robando la esperanza de tener una vida mejor”. 

El histórico premier británico, Winston Churchill, un acérrimo defensor de sus convicciones sin entrar en cuentas si eran o no políticamente correctas como le acontece hoy a la mayoría de los políticos conservadores, expreso sin miramientos, “El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de la riqueza; la virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de la miseria.” 

Esta afirmación debería ser estudiada por quienes invierten en la destrucción de un sistema que a pesar de sus imperfecciones es que el más ha favorecido las condiciones de vida del ser humano. No obstante, en los países donde se celebran elecciones, es el elector quien tendrá la última palabra sobre si quiere un gobierno que construya muros para que sus ciudadanos no se vayan.  

 09/08/2020


 
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El Observador


Nosotros somos el enemigo

Pedro Corzo / pedroc1943@msn.com 

 

Los extremos se confunden, parece que en un momento determinado se transforman en un solo objeto, desarrollo que estamos apreciando en este país de tolerancia, donde los discursos excluyentes y las descalificaciones  mutuas, están a la orden. 

Hace varios días, dos excelentes amigos, espero lo sigan siendo después de esta columna, me sugirieron que como yo era conservador, de derecha, no un reaccionario, debería abordar la crispación existente en ciertos sectores de la comunidad que por diferencias políticas se tratan como enemigos y no como lo que son en realidad, adversarios.  

 Creo que la preocupación de mis amigos es muy válida, pero la realidad es que ambos lados se cuecen habas. Hay extremistas por doquier, no es patrimonio de un solo sector.  

Hay que cuidarse de los iluminados, están en todos los extremos, esos, que con un exuberante relativismo moral afilan la guillotina para decapitar los derechos de los otros, olvidando que ese es un perro rabioso que no siempre muerde a la víctima seleccionada.

Por otra parte, debo comentar que cuando leí la palabra reaccionario viaje en el tiempo y me vi en la Cuba de los 60, donde era identificado como reaccionario, latifundista y batistiano, solo por no manifestarme a favor del castrismo. La intolerancia era tanta que lo que no era igual había que extirparlo. 

 Éramos unos apestados para quienes defendían visceralmente el nuevo régimen. Eran sujetos  tan convencidos de su verdad que clamaban públicamente, que si su madre no fuera revolucionaria la delatarían.  

Hay que cuidarse de los iluminados, están en todos los extremos, esos, que con un exuberante relativismo moral afilan la guillotina para decapitar los derechos de los otros, olvidando que ese es un perro rabioso que no siempre muerde a la víctima seleccionada. La cuchilla como la hoz lo cercenan todo. 

 No soy partidario de los encasillamientos. Las ideologías y la política podrán ser consustanciales a nuestra condición humana pero personalmente valoro la libertad y los derechos ciudadanos como nuestra principal prerrogativa. Creo que el primer deber ciudadano es respetar el derecho de los otros, pero antes que eso, la defensa de los propios. 

 Uno de mis amigos comentó sobre la virulencia de algunos partidarios del presidente Trump, una realidad innegable que queda balanceada por la mordacidad de quienes rechazan al Presidente,  como lo muestra la convocatoria a boicotear los productos de la fábrica Goya porque el dirigente de esa empresa elogió al mandatario.  Es ilógico que personalidades públicas, líderes políticos, clamen por ese boicot  y rechacen un embargo a una dictadura de 60 años. 

Nadie debe pagar un precio por sus opiniones. Tenemos derecho a pensar por nuestra cuenta, por el hecho de vivir en una sociedad de leyes. Personalmente rechazo tajantemente que exista una agrupación que defiende la pedofilia arguyendo que es otra orientación sexual y que un sacerdote manifestara que  "La pedofilia no mata a nadie y el aborto sí",  considero que eso es más alarmante que las palabras del CEO de Goya. 

 El malvado pero talentoso Vladimir Erich Lenin, escribió,  que el extremismo es la enfermedad infantil del comunismo, un padecimiento presente en todas las ideologías,  porque aun en el ambiente de libertades y derechos que vivimos en este gran país se cuentan partidarios de ambos extremos que amenazan con conducirnos al Gulag soviético o al campo de exterminio nazi. 

 Llevamos unos años de demasiada pugnacidad y crispación, se ha estado gestando un ambiente donde es muy difícil permanecer distante del debate, condición que en cierta medida impele al ciudadano a tomar partido, algo parecido ocurrió en la España de la Guerra Civil y en la Cuba de Castro, donde los residentes tuvieron que sumarse a una facción aunque tuvieran reparos con algunas de las características de su elección, ojala, votemos por el mejor, no por el mal menor.  

 Bajo un régimen tiránico la política está en todas partes, en una democracia no debe ser así. Los partidarios de unos y otros no deben intoxicarnos con sus discursos y propuestas. José Martí escribió hace más de 100 años, “Hay hombres que aman y construyen y otros hombres que odian y destruyen” no dejemos que los segundos impongan sus odios sin que importe la tendencia que defiendan.  

 Tengo amigos partidarios del presidente Donald Trump,  que de solo conocer que una persona podría votar por el candidato Joe Biden se molestan y descalifican al individuo, mientras, otros amigos, de solo saber que Biden tiene partidarios entre los cubanos, se disgustan amargamente.  

Los amigos escribidores son de ambos partidos. Los dos están muy preocupados por el futuro de este país y solo anhelan que retorne la paz social y las libertades y los derechos cada día sean más amplios y fuertes.  

 07/30/2020


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La Unión Europea y Cuba

Pedro Corzo / pedroc1943@msn.com

La Unión Europea estableció en 1996 una política común que imponía ciertas restricciones a sus relaciones con la dictadura de los hermanos Castro, sin embargo, grupos políticos de la entidad, nunca dejaron de debatir la abolición de ese acuerdo o la eliminación de algunas de sus limitaciones.

Los debates ideológicos de las diferentes fuerzas políticas que concurren en ese importantísimo foro han repercutido de alguna manera en los vínculos con Cuba. No obstante, es apropiado reconocer que durante el gobierno del presidente José María Aznar, Partido Popular, la conducta de la UE hacia Cuba fue más firme y restrictiva que la de sus pares de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y el actual de Pedro Sánchez.

Sin duda alguna España tiene una particular influencia en la UE en lo que respecta a la implementación de políticas hacia alguna de sus antiguas colonias, de ahí que los gobiernos del PSOE y la política laxa del PP de Rajoy hacia la dictadura insular, permitieran el fin de la posición común y el establecimiento de las bases de un acuerdo bilateral que normaliza las relaciones del foro democrático más importante del mundo, con una tiranía familiar que supera los sesenta años de existencia.

Ni aun en los tiempos de la posición común la política de la Unión Europea fue lo firme que la violación de los derechos humanos en Cuba y la intrusión castrista en los asuntos internos de algunos países miembros ameritaban. Al castrismo nunca le han faltado aliados en esa audiencia, aunque es justo reconocer que tampoco enemigos razón por la cual opositores como Osvaldo Paya Sardiñas, Guillermo Fariñas y las emblemáticas Damas de Blanco, recibieron el distinguido premio Sajarov de la Libertad de Conciencia.

Recordemos que la UE le impuso a Birmania sanciones como la prohibición de importación de ciertos productos y también le negaba a muchos de sus líderes, entre ellos al presidente, viajar a la Unión, esa prohibición jamás se impuso a un funcionario castrista como si se ha hecho correctamente con sicarios de la dictadura de Nicolás Maduro.

Los continuados esfuerzos de los aliados ideológicos del castrismo y de quienes por ganar dinero son capaces de vender la soga con la que serán colgados, empezaron a dar frutos en 2014, cuando se establecieron las bases para alcanzar un acuerdo de dialogo político entre las partes y normalizar las relaciones, gestión que culminó exitosamente en diciembre de 2016 cuando se suscribió el primer acuerdo bilateral que terminó con la “posición común”.

Muchas entidades y personalidades, cubanas y extranjeras, reclaman al gobierno lituano que no revaliden el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación entre la UE y Cuba.

Este Acuerdo está vigente desde el momento de su firma, pero los estatutos del Bloque disponen que la implementación completa del mismo requiera la ratificación de todos los estados miembros, faltando solo por hacerlo la República de Lituania, uno de los estados Bálticos ocupado por la extinta Unión Soviética, el histórico protector de la dictadura castrista.

Muchas entidades y personalidades, cubanas y extranjeras, reclaman al gobierno lituano que no revaliden el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación entre la UE y Cuba. Lo solicitan con argumentos sólidos, porque la dictadura sigue violando sistemática e institucionalmente los derechos de sus ciudadanos y no es apropiado que se premie un régimen que encarcela a todo aquel que se atreve a pensar y a actuar de acuerdo a sus convicciones, in inconcebible que países que padecieron el socialismo real le den amparo a un régimen que cumple ese modelo a cabalidad.

Cierto que los  que promueve el acuerdo argumentan que el objetivo del mismo es apoyar un proceso de transición de la economía y la sociedad cubana, promover el diálogo y la cooperación para fomentar el desarrollo sostenible, la democracia y los derechos humanos, un juego de palabras muy bonitas que no dicen nada a los 127 prisioneros políticos que denuncia la organización radicada en España, Cuban Prisoners Defenders, y muy particularmente a José Daniel Ferrer y sus compañeros, al artista plástico Luis Manuel Otero Alcántara, preso por retar la ideología oficial y a ese creciente número de ciudadanos de la isla que demandan el fin de la dictadura.