Cuando sea grande

20 dólares para ver al difunto

Leda Santodomingo / ledasantodomingo@gmail.com

Nos encantaría planificar todo en la vida, el nacimiento y la muerte entre otros; pero como ni el comienzo ni el final están en nuestras manos, lo único que podemos hacer es una aproximación. Sabemos que una vida verá la luz después de nueve meses de gestación; pero, en cuanto a nuestro final, siempre será un misterio y no lo podemos controlar.

Lo que si podemos hacer es decirles a quienes nos aman, lo que queremos que hagan por nosotros y con nosotros, después que se nos apague la vida.

Si hay algo que odio son los velorios y los cementerios, así que en lo que a mí respecta, mi familia y amigos lo saben, mis cenizas para el agua y para mi despedida lo que más amo, una fiesta.

Les digo esto porque me dio vergüenza ver lo que hizo Luis (cambie el nombre) con su padre: anunció —vía Internet— que como su papá tenía muchos amigos, cobraría 20 dólares a quien quisiera verlo y despedirlo.

Al padre de Luis no lo conocí, pero con él he hablado varias veces; no es un hombre rico, pero tampoco lo suficientemente pobre, como para no poder cubrir el entierro.

Como muchos, me uní a la lista de personas que por solidaridad enviaron el pésame vía Internet.

Hasta allí llegó mi condolencia, después me dio, rabia, dolor y pena ajena, cuando leí que la despedida tendría un costo, había que pagar para ver al muerto y no se aceptaban apariciones de último minuto, es decir había que reservar y pagar por adelantado.

Luis trae espectáculos a Chicago, pero no me imagino que su padre hubiera aprobado convertir su muerte en un show para despedirlo hacia la eternidad, especialmente cuando —según Luis— su papá (el ahora difunto) no quería que le enviaran flores y si lo deseaban, usaran ese dinero para ayudar al prójimo. Que pena, hacer negocios con la muerte.

Un consejo: diga claro lo que quiere que hagan con su cuerpo, ahora, cuando todavía lo escuchan y lo entienden.

09/26/2020


 

Cuando sea grande


Ilustración: Beata Bieniak

Ilustración: Beata Bieniak

Vete, antes de que te boten

Leda Santodomingo / ledasantodomingo@gmail.com

I / No importa si te vas o si te botan, la molestia del otro será la misma.

No hablo del rompimiento entre parejas que ya no se quieren, sino de la ruptura con el trabajo por decisión propia o ajena.

Todavía no entiendo cómo a Carlos, el número uno del noticiero, lo despidieron. Primero salió Esperanza, la otra locutora, después él, años más tarde también sacaron a la consentida de las 5.

Ocurrió en mi trabajo y en el canal de la competencia. De pronto —sin anestesia— los “imprescindibles” quedaron fuera.

Entiendo que las empresas contraten y despidan cuando les plazca, pero lo que no comprendo es por qué, no hay un “adiós” bonito, tampoco un “gracias” por el trabajo cumplido.

No señor. Aquel que hasta ayer te saludaba cariñoso, ahora te llama a su oficina y te entrega un sobre con la “sentencia”, luego te escoltan hasta tu escritorio y te dan “cinco minutos” para que metas todas tus vivencias laborales en una caja.

Tus compañeros no dicen nada, conocen la cara de los que van a la “cárcel” sin juicio.

Vi salir a varios y juré que a mí no me pasaría. Tenía 58 años y mucho susto. Quién emplearía a esa “señora”, tendría que ser yo misma, y lo hice.

Me tomó meses decidirlo y, cuando tuve un “cliente potencial” en la mano, pedí vacaciones.

A mi regreso, con el color y el sabor de la playa, subí a la gerencia y  entregué mi renuncia.

Ofrecí mi preaviso, pero no lo aceptaron. Al abrirse el ascensor de vuelta a mi oficina, me esperaba un guardia, quien me escoltó a mi escritorio. No necesité “los cinco minutos” ni la caja, tomé mi cartera y me fui. No fue fácil, pero es mejor salir, a que te boten.

 II

Lo que yo hice, no es recomendable, porque renunciar y quedarse sin trabajo es algo que una persona seria no hace.

Lo hice porque estaba sola, era libre podía equivocarme y cometer errores.

Una amiga  que sabía que yo estaba harta de la televisión, me contrató como vocera de su esposo, un reconocido político que no ganó las elecciones.

Ese trabajo que llegué a odiar, fue mi camino hacia la independencia, una gran escuela que por fortuna duró sólo cuatro meses.

Después me fui a Colombia, donde no conocía a nadie. Allí produje una campaña para promover el Inglés como segunda lengua para empresarios. Ganaba bien y era divertido, pero la soledad me hizo cuestionar si tenía sentido vivir así, sola por el mundo, sin importarle a nadie.

Tenía que regresar a Chicago, aquí estaban mis afectos. Quería poner en práctica mis ideas, en un terreno conocido.

Fue entonces cuando mi hermano, que administraba un centro naturista (nudista) en el Sur de Francia me dijo: “tienes que parar, es tiempo de pensar lo que quieres hacer cuando seas grande”.

Con él me pasé tres meses, me instaló en un bello apartamento en el campo, me dio trabajo (pagado en euros). Juntos creamos una campaña para promover las maravillas de vivir sanamente y sin ropa.

Crónicas desnudas” fue el programa de radio que nos permitió llevar el mensaje hacia Miami, Colombia y Venezuela. Lo producíamos en mi casa y como lo diferente atrae, en poco tiempo se vieron los resultados. Aquel verano llegó más gente con ganas de vivir como Adán y Eva.

Nos ayudaron la radio y las historias insólitas que narrábamos.

Terminó el verano y  regresé a Chicago liviana de temores.

Trabajo no me ha faltado y cada vez entiendo más el hexagrama chino que utiliza el mismo símbolo para problemas y oportunidades.

 09/04/2020


 

Prepárate, no seas una carga....

Leda Santodomingo / ledasantodomingo@gmail.com

 Una de las cosas que más preocupa a la gente “grande” es quedarse sin empleo, muchos han sido obligados a aceptar un retiro temprano y, mientras se recuperan, se quedan como en shock, desorientados, sin horarios, ni rutina; pierden la costumbre de ir a ese lugar al que pertenecieron por los últimos 20 o 30 años. Se sienten inútiles y sin propósito.

Soy workholica (adoro trabajar). Pensar que algún día podrían decirme “chao,” me daba tanto pánico, que antes de que eso ocurriera, decidí ser yo la que se fuera. 

A mi alrededor despedían a talentos importantes. Tal vez la próxima sería yo. Así que con un año de anticipación me preparé y un día les dije: “me voy”.

No les voy a contar mi historia; pero lo que sí quiero compartir es que “si ven las barbas de su vecino arder, pongan las suyas en remojo”. Nadie es indispensable y en la mayoría de las empresas, prefieren a dos jóvenes con ganas de aprender y menos costosas, que una persona más cara y mayorcita.

Siempre hay excusas para enseñarnos la puerta. Ahora es la pandemia.

Ojalá que no le pase a usted y se pueda retirar a la edad que quiera, cuando lo decida, haciendo lo que le gusta; pero, si ya no está contento, empiece a buscar lo que le haga feliz, construya lo suyo, sea su propio jefe; así, más nunca buscará trabajo, sino clientes.

Prepárese para lo que viene, haciendo lo que le gusta y con un sentido de propósito.

Por cierto, se estima que para el año 2050 podría haber 600 mil personas con cien años de edad. Ahora hay 56 mil; pues la gente vive mucho. Me pregunto si estamos listos para enfrentar esos 40 años más que nos regala la vida, siendo autosuficientes y sin ser una carga para la sociedad.

 08/17/2020


 
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Cuando sea grande


El amor no tocará la puerta

Leda Santodomingo / ledasantodomingo@gmail.com

Cuando somos grandes y nos quedamos solos por un divorcio, muerte de la pareja o porque nos dejan; muchos se cierran a la posibilidad de empezar otra vez, quizás por temor, conformismo o flojera.

Otros nos negamos a perder el sabor que ofrece la vida, cuando sin importar la edad, nos lanzamos en una aventura para conocer, compartir y —por qué no— establecer una relación con alguien.

El corazón no envejece, a menos que tú se lo permitas. La práctica y la constancia te hacen experto en cualquier actividad.

Si quieres compañía con fines afectivos, tienes que arreglarte, salir, reunirte con gente que esté en tu misma situación.

Inventa reuniones, celebra cumpleaños, visita a los amigos, aunque estén en el hospital. Si no conoces personas del sexo opuesto, invita amigas que los tengan y hazles saber que estás interesada en conocerlos.

Todos los lugares son sitios para la conquista, la Iglesia, el supermercado, la biblioteca, el parque; no descartes ningún lugar. Sigue el ejemplo de quienes siempre tienen un plan para compartir con amigos o ya tienen pareja nueva.

No te muestres desesperada, pero sí en acción para lograr tú propósito de tener compañía.

Es bueno saber que la gente “grande” que vive sola tiende a sufrir más enfermedades en la edad avanzada que quienes tienen pareja.

Hoy es muy común establecer relaciones románticas por medio del Internet. Tengo amigas que salen todo el tiempo con otros que —como ellas— les agrada tener compañía. Algunas logran mantener una relación por meses; otras, incluso, se han casado.

Utiliza el sentido común y lánzate a buscar nuevas amistades por la vía que más te convenga y, a menos que quieras un cartero, el amor no tocará a la puerta. Así que arréglate, sal, sonríe, dile a la vida que tu corazón está disponible.

 08/02/2020


 

Vamos a inventar

Leda Santodomingo / ledasantodomingo@gmail.com

Hace poco vi la película de Steve Jobs, cofundador de la empresa Apple, cuya genial dirección condujo a esa compañía hacia la revolución de las comunicaciones, al crear las computadoras personales Macintoch, la iMac, el iPhone, el iPad, entre otros.

No quiero hablarles de una película vieja, sino de algo que me llamó la atención y que me recordó una vez más, que todos podemos crear e inventar cosas únicas. Hay un momento en la película  donde Jobs les dice a sus empleados que abandonen lo que están haciendo y que se dediquen a crear algo, que inventen; esa era la orden.

…tengo que inventar algo nuevo. Luego hice lo que acostumbro cuando no se me ocurre nada: me quedé en silencio, cerré los ojos y con gran esfuerzo me concentré en respirar…

Sus palabras quedaron en mi cabeza, era una tarea para mí también. Dije, tengo que inventar algo nuevo. Luego hice lo que acostumbro cuando no se me ocurre nada: me quedé en silencio, cerré los ojos y con gran esfuerzo me concentré en respirar, observando como los pensamientos se atropellaban, tratando de ganar mi atención. Después de batallar por un rato sentí una gran paz y en mi mente no quedó nada, ni pensamientos, ni ideas, solo el vacío...

Repetí el proceso varios días, haciendo lo que muchos llaman meditación, luego de la nada, se me ocurrió una idea, que no voy a compartir ahora, pero que me hizo muy feliz, porque había creado algo nuevo.

El silencio hace milagros y las respuestas están dentro de uno, si tenemos la intención, el tiempo y nos damos el permiso para escucharnos.

Te propongo que todos los días busques un lugar tranquilo, te quedes callado; empieza con diez o quince minutos, cierra los ojos, no pienses en nada, solo respira y observa como lo haces. Cuando termines sigue en silencio y piensa en algo que te gustaría hacer distinto o crear, dependiendo de tus habilidades: una comida, hacer un vestido, pintar o construir algo que te dé alegría. Pon estas ideas en tu cabeza antes de meditar, pero suéltalas para que no te atormenten, mientras intentas silenciar tu cabeza. Hazlo por varios días, siempre pensando en el propósito de inventar algo y guarda silencio.

Te sorprenderás…


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Materias Pendientes

Leda Santodomingo / ledasantodomingo@gmail.com

Llegamos a ese punto en donde pareciera que la vida ya no nos exige tanto. Hemos cumplido con todo y con todos. Seguimos llenos de energía y entonces es tiempo de mirar atrás para revisar las materias pendientes.

El trabajo está allí, cumpliendo el objetivo; llena nuestro tiempo y cubre la necesidad económica. Aunque, la verdad, es que de tanto hacerlo ya no nos nutre aquello que nos llenaba, donde creábamos y crecíamos ya no nos sirve. El vestido de ayer ya no nos queda.

Llego el tiempo de devolver la película, mirar los triunfos y derrotas, revisar los conflictos no resueltos, las tareas incompletas, hacer lo que queríamos y que todavía no hemos culminado.

No se asusten, pero se trata de prepararnos para la muerte, como dijera en una ocasión Dalai Lama, cuando le preguntaron lo qué haría ahora, cuando había llegado a los 58 años. Su respuesta fue: "prepararme para la muerte". No estaba enfermo, ni mucho menos, solo quería dejar claro que era mortal y quería vivir; pero no podía olvidar que la muerte estaba allí, junto a la vida. Entonces, ante la incertidumbre, disfrutar es lo que toca, cada segundo, como si fuera el último.

Prepararnos para partir, no significa despedirse, sino vivir, resolver los pendientes, pedir perdón y perdonar. Disfrutar de los afectos. Servir a los demás, querer y querernos. No porque pensemos que la partida está cerca, sino porque la vida es prestada y no hay nada que nos garantice hasta cuándo estaremos aquí para disfrutarla.

Ojalá que esta noche puedas cerrar los ojos, con la tranquilidad de saber que tu día fue especial y,  si no despiertas, no te importará, pues hiciste tu parte.

Viviste aquel día como si fuera el final.


 
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Cuando sea grande

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Dar es vivir en gratitud

Leda Santodomingo / ledasantodomingo@gmail.com

Vivir en gratitud no es sólo dar gracias por todo lo que tenemos, es hacer por los demás, sin esperar algo a cambio.Imagine que usted esté sentado disfrutando de un delicioso desayuno y a la hora de pagar el mesonero le dice: “no se preocupe, su cuenta fue cancelada”. Por supuesto se sorprenderá, sonreirá y preguntará, quién lo hizo y por qué.

Entonces intentará conocerlo, para darle las gracias, pero esa persona ya no estará allí.

Según la teoría y práctica de gratitud, de Lee Brower, uno de los participantes del documental “El Secreto”:  “hay que dar sin motivo y sin esperar nada a cambio”.

“Regalar algo a un extraño, por el placer de hacerlo. Disfrutar de la alegría que genera una acción de bondad. Servir por el gusto de servir, da más satisfacción que cualquier recompensa”. según Brower. En eso consiste vivir en gratitud.

Esta es una de las lecciones que aprendí de Lee Brower, quien guarda siempre una piedrita en el bolsillo, que le recuerda estar agradecido todo el tiempo.

Según la teoría y práctica de gratitud, de Lee Brower, uno de los participantes del documental “El Secreto”:  “hay que dar sin motivo y sin esperar nada a cambio”.

Hace tres años lo conocí, a propósito de un reportaje para la cadena Telemundo. Luego lo volví a entrevistar durante una breve visita que hizo a Chicago. Hablamos de la vida y de las cosas que son importantes cuando nos hacemos “grandes”.

Según Lee, vivir agradecido y hacer cosas por los otros es de la acciones más positivas, saludables  y económicas que nos ofrece la vida.Vivir en gratitud nos hace mejores y más felices, servir a otros nos llena de gozo, aunque sólo se trate de una sonrisa.

Cada semana Brower y su familia ponen en práctica su teoría de vivir en gratitud. Tú también puedes hacerlo, regala un abrazo sin que te lo pidan, escucha, sonríe, da  lo mejor de tí y verás que al dar se multiplican las  bendiciones.