Lula, por escaso margen, gana tercera presidencia

El triunfo de Lula da Silva confirma la tendencia de los electores latinoamericanos por líderes de izquierda. Los resultados no sorprenden por el nivel de polarización reflejado en la primera vuelta. Ahora Lula gana con el 50.90% (59 millones de votos) ante Jair Bolsonaro, quien obtuvo el 49.10% (57 millones de votos).

Al conocer los resultados definitivos, el presidente Bolsonaro abandonó, la noche de este domingo, el palacio de Gobierno sin hacer comentarios. El presidente ganó en las principales capitales, pero pierde en los pueblos del interior del país y es primera vez que sale derrotado desde 1988.

Con la elección de Lula se fortalece la tendencia hacia la izquierda con triunfos recientes en Chile, Perú, Honduras y Colombia, acontecimiento que tendrá grandes repercusiones geopolíticas en el continente.

Sin embargo, se observan signos de prudencia, más allá de algunos discursos provocadores, porque estos gobiernos “progresistas” apuestan más al desarrollo económico y al pragmatismo que a la imposición de una ideología. Incluso, se observa cómo marcan distancia de gobiernos como el de Maduro, Ortega y Cuba. En un análisis publicado en el diario La Nación, de Buenos Aires, el profesor Ignacio Labaqui señala que  “Las victorias de Boric, Castillo, Petro y Lula hacen pensar que estamos ante una nueva ola de izquierda, como la que hubo a principios de siglo. La realidad es que lo que hay son oficialismos que pierden elecciones. Desde abril de 2018, cuando el Partido Colorado retuvo el poder en Paraguay, ningún oficialismo ha podido ganar una elección presidencial, si dejamos de lado los casos de Nicaragua y Venezuela donde no hubo elecciones libres.

“No es que los latinoamericanos se estén volviendo más izquierdistas”, coincide Michael Shifter, del think tank Diálogo Interamericano. “Es más una tendencia de rechazo que otra cosa... gente buscando una alternativa”, se lee en el mismo análisis.

Hay una insatisfacción generalizada y se expresa como voto castigo que golpea a quien esté en el poder. La crisis económica, agravada por la pandemia, fortalece los reclamos de los ciudadanos y son responsabilizados los gobiernos de turno.

De nada han servido las campañas de la derecha de desprestigio y estigmatización sobre las apuestas de la izquierda, a la que se acusa constantemente de pretender en sus países una deriva a la venezolana.

En Brasil, a Lula se le reconoce una gestión donde aumentó el empleo y disminuyó la pobreza. Más adelanto se le siguió juicio por corrupción, estuvo preso año y medio, y terminó convirtiéndose en víctima

Es algo relativamente novedoso que los dos candidatos más votados cuenten con un alto nivel de rechazo. Y es un problema de cara a futuro para quien llega al poder”, agrega Labaqui.

Lula formó parte de aquella ola que llevo al poder líderes como Evo Morales en Bolivia, Michelle Bachelet en Chile, Rafael Correa en Ecuador y Hugo Chávez en Venezuela.

“Había una ola muy optimista de gobiernos de izquierda que intentaban reducir la pobreza, hacer frente a la desigualdad”, dijo también a La Nación Guilherme Casaroes, analista político de la universidad Fundación Getulio Vargas. “Y las condiciones económicas eran mucho mejores”.

Esta nueva “marea”, si puede catalogarse como tal, no tiene el motor ideológico que movía a la anterior. “Los gobiernos de izquierda que tenemos en América Latina hoy son muy diferentes entre ellos”, insistió Casaroes. “Están los gobiernos autoritarios como en Nicaragua y Venezuela, tenemos populismo de izquierda en México, y gobiernos relativamente débiles en Chile, Colombia y la Argentina”.