Cipriano Castro, entre el café y el petróleo (I)

Rafael Gallegos      

Todos recordamos que en 1830 nació la República de Venezuela. Lo que no es tan famoso es que precisamente en ese año por primera vez, las exportaciones del café superaron a las del cacao. El café estuvo liderando el renglón hasta 98 años después en 1928, cuando cedió paso al petróleo.

Previamente, los llamados “grandes cacaos” habían sido los dueños de los inmensos cultivos  cacaoteros, que forjaron grandes fortunas y se convirtieron en los hombres más ricos de lo que hoy es Venezuela. El cacao era la mayor fuente de riqueza, como luego serían consecutivamente – lamentablemente bajo la modalidad de monoproducción nacional- el café y el cacao.

Las fortunas cacaoteras servían hasta para comprar títulos nobiliarios. Bastante que bregaron los Bolívar el título de Marqués de Cocorote. No lo lograron, por la duda en la pureza de sangre en el caso denominado el Nudo de la Marín, una bisabuela del Libertador de la que se decía tenía sangre mulata.

¿Se imagina usted al Marqués Bolívar?  

Monoproductores de café

Luego de la Guerra Federal las exportaciones de café fueron 57 millones y las de cacao apenas siete. Venezuela quedó diezmada en población, ganado y cultivos del llano, y de las partes bajas donde se daba el cacao. Por el contrario, el café crecía en los andes como consecuencia de su casi nula participación en esa guerra. Allí había una vida tranquila y relativamente próspera, basada en los cultivos. Ahora las fortunas, eran cafeteras. En 1898, se exportaron en millones 62 de café, y apenas 6 de cacao.

Cipriano Castro. El general Café.

Por ello, parece un determinante de nuestra historia que a finales del siglo XIX, los andinos – dueños de la nueva riqueza -  irrumpieran en la Casa Amarilla, en esos días sede de la presidencia. No  es exageración  bautizar a Cipriano Castro como el general café, tal como escribió mi padre, el querido e inolvidable Rafael Gallegos Ortiz.

Castro, general Café

Este 23 de mayo se cumple otro año de la salida de Cipriano Castro desde Cúcuta con sesenta soldados venezolanos y colombianos, muchos de lo más bisoños. El líder era el general (café) Cipriano Castro y el financista - rico hacendado de café-  su compadre y también general Juan Vicente Gómez.

Ambos habían estado exiliados en Cúcuta por siete años. El gigantesco fraude armado en las elecciones de 1897 por Joaquín Crespo para imponer a su candidato Ignacio Andrade, aunado a la impopularidad de éste, y la pésima situación económica por el  derrumbe de los precios del café, le hicieron intuir a Don Cipriano que - por fin- había llegado la hora de tomar el poder.  

Además, el asesinato del hombre fuerte Joaquín Crespo en el sitio Mata Carmelera mediante un disparo sin autor definido, había creado un vació de poder  en Venezuela y dejado al presidente Andrade a la intemperie.

Las mulas de Castro y de Gómez se llamaban La Bandola y La Guitarra. Presagioso, como si esos instrumentos estuvieran predestinados a hacer bailar a su son a los venezolanos durante 36 años.

Curiosidades de la campaña de Castro

Jugada maestra… Luego de unos días asediando San Cristóbal, Castro siguió de largo  abandonando  el sitio y dejando al legendario caudillo Juan Pablo Peñaloza y a la tropa defensora de la ciudad, con los crespos hechos. Su meta era Caracas, no San Cristóbal.

Corrupción…  En la batalla de Tovar estaban perdidos, casi que huían Castro y su gente cuando observaron a los vencedores retirándose bajo las órdenes de González Pacheco. Se revirtió la batalla. ¿Qué había sucedido? Cuando en pleno fragor de la escaramuza  los defensores del gobierno destaparon las cajas de las balas de los máuseres… encontraron pólvora. Quedaron desarmados. Alguien en un acto de corrupción pagó por balas y le dieron pólvora. Comisión habemus. 

 Castro no podía creer que había tomado Tovar… y seguía su ruta hacia Caracas.   

La traición de los militares de Andrade… En Tocuyito -  la batalla que lo decidió todo –, Castro con dos mil hombres venció al general Diego Bautista Ferrer que lideraba a cuatro mil. A pesar que Don Cipriano se cayó de su caballo y se fracturó una pierna, no le costó mucho la victoria. Se dice que tanto Ferrer como su segundo Luciano Mendoza, ya habían pactado la derrota del gobierno. ¡Habrase visto!

Jose’ León Tapia, en su libro “El Tigre de Guaitó”, afirma que el general Rafael Montilla avanzaba de manera exitosa, cuando le ordenaron retirarse.

- Dígale al general Ferrer que los hombres de Guaitó no nos retiramos nunca cuando tenemos la victoria en la mano – expresó indignado, Montilla.

Y como no obedeció, lo hirieron por la espalda.

Ignacio Andrade se quedó esperando en La Victoria… El presidente Andrade, en lugar de dirigir la Batalla de Tocuyito se quedó en La Victoria, no quiso llegar o no le dio tiempo. Esperaba a las tropas de Cipriano Castro en ese sitio para recibirlos a plomo. Pero como diría Cantinflas, el Cabito “ni lo ignoró”, y siguió hasta Valencia a curarse la pierna. La suerte ya estaba echada. El presidente Andrade se fue al extranjero  y dejó un encargado de la presidencia.

  En Valencia hacían cola los oportunistas caraqueños del otrora gobierno, para ponerse a la orden del nuevo hombre fuerte.

Los tres “amarillos” de Castro

 Cuando Castro se curó la pierna, o cuando quiso- ya era el jefe- se fue en tren hasta Caracas. Compartió cabina con sus nuevos adláteres - Manuel Antonio Matos y Luciano Mendoza- y también futuros traidores como jefes de la Revolución Libertadora, que menos de tres años después intentaría derrocarlo.

Curiosamente Castro sacó del poder al liberalismo amarillo, llegó en tren a Caño Amarillo y se fue a vivir… a la Casa Amarilla. Tres amarillos. ¿Qué tal?

Se vivían en Venezuela los estertores de la era del café. Ya el petróleo retumbaba con fuerza desde el centro de la tierra, y se habían dado los pininos.

Se había  fundado la Petrolia del Táchira en 1878, a partir del paso de Manuel Antonio Pulido en 1875 por su  hacienda de café La Alquitrana, donde observó cómo en las rocas luego del reciente terremoto de Cúcuta  en mayo de ese año, aparecían fracturas de las que manaba un petróleo viscoso, y se le alumbró la idea de fundar una empresa petrolera. De ese alumbramiento, o Visión  - y su promoción ante sus futuros socios, se cumple este año el sesquicentenario y como cosa rara, está pasando por debajo de la mesa.

También se explotaba el lago de asfalto Guanoco por parte de la empresa New York and Bermúdez Company, subsidiaria de la General Asphalt… que financiaría la Revolución Libertadora.

Cipriano Castro fue el general café, y el general Gómez sería el general petróleo. Muchas historias pendientes de contar y de interpretar, que continuaremos la próxima semana.

PD: El petróleo de fiesta… Este mes de mayo se conmemoran los cincuenta años de la Escuela de Petróleo de la UCV, semillero de maravillosos profesionales que han prestado excelentes servicios a la industria petrolera venezolana y en el exterior. También los ciento cincuenta años de la Visión de Manuel Antonio Pulido en La Alquitrana.

Estos importantes acontecimientos merecen celebrase con rememoración, análisis y proyección hacia el futuro, hacia las estrategias, para en primer término repotenciar nuestra querida Escuela de Petróleo, y también para dibujar la próxima industria petrolera venezolana, de tanta urgencia para que sirva de motor de arranque del país.

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