Eduardo Orozco / eorozco45@gmail.com
Un día 3, pero en octubre del 1947, el receptor de los Yankees Yogi Berra cerró el cuarto juego de la Serie Mundial con una de las frases más utilizadas por cronistas de todos los temas: “El juego no se acaba hasta que no termina” para aceptar la derrota ante los Dodgers.
En estas elecciones, calificadas por los analistas como “históricas”, la batalla para lograr los votos de la diferencia llega hasta las puertas de los centros de votación el propio dia martes y durante toda la jornada se escucha en la radio llamados a votar por alguna de las opciones, se emiten mensajes pagados y se transmiten llamadas de los votantes razonando sus preferencias.
El candidato Presidente, Donald Trump, emitió un mensaje ante periodistas en Arlington, Virginia, desde la base de su campaña y criticó que la Suprema Corte de Justicia haya permitido que algunas entidades de la nación, como Pensilvania, vayan a recibir boletas de voto hasta tres días después de la elección.
Y el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, se dirigió ante una multitud de simpatizantes en Filadelfia, Pensilvania y aseguró que, de ser electo, será un Presidente para todos los estadounidenses.
Todos los medios de comunicación hacen un enorme esfuerzo para estar presentes, con noticias, transmisiones en vivo, entrevistas, analistas y cualquier producto informativo que le permita participar en este fenómeno que decide el destino de un país.
¿Se decide el destino de un país?
Para una mayoría de votantes es un momento histórico ya demostrado por el alto volumen de votos emitidos antes de este martes 3 de noviembre. Se calcula que dos tercios de los votantes ya lo hicieron y muy pocos se atreven a apostar sobre cifras finales, a pesar de que las encuestas se inclinan por Biden. Pero el “síndrome de Hillary” paraliza cualquier cálculo definitivo porque el Presidente se elige con votos electorales y no con el total de votos populares a favor.
Cualquiera sea el resultado, será el producto de una alta participación y sus efectos serán muy fuertes para ambos bandos. En apretado análisis, a pocas horas de cerrarse la jornada final de votaciones, podemos resaltar algunos aspectos que han marcado ambas campañas y podrían ser factores que explican triunfos y derrotas.
Por un lado está la opción Trump en la que predomina el carácter personal del candidato que, sin duda, pudo haber alejado votos de los indecisos que se fijan mucho en los modales deseables de un estadista. Pero Trump también ha desafiado a la cúpula de su propio partido y a factores importantes de la estructura política de la Nación lo que le ha producido muchas críticas.
Naturalmente, el manejo de la economía, el tema de la salud y la seguridad social en el marco de la pandemia, serán factores a analizar horas después de conocerse los resultados.
La opción Biden es producto del establecimiento demócrata y es un candidato con personalidad de baja intensidad. Si los votantes prefieren votar por un líder fuerte, Biden se las verá difícil. Pero los demócratas han intensificado su oferta en los aspectos sociales como la salud y seguridad social que llega a la mayoría de la masa votante. Está por saberse qué influencia tuvo para los resultados, la alianza con la izquierda del partido acusada de populista y socialista, al extremo de que el propio candidato debió afirmar públicamente “No soy socialista” para dejar claro que no es un rehén de Sanders.
Solo los resultados, al final del juego, nos dirán que elementos seleccionaron los estadounidenses para tomar su decisión.