El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (HHS) lanzó la operación “Warp Speed”, una alianza entre el gobierno y la industria que tiene como objetivo entregar 300 millones de dosis de una vacuna eficaz antes de enero del 2021.
En el curso de este ambicioso plan se encontraron con 125 posibles vacunas que rápidamente se redujeron a 14 candidatos en mayo pasado y ya para junio la lista se limitó a cinco candidatos principales.
En un trabajo publicado por el diario El Tiempo de Bogotá, basado en información publicada en la prestigiosa revista científica Journal of American Medical Association (JAMA), se hace un balance sobre el desarrollo de las vacunas contra el Sars-CoV-2 y el impacto que estos proyectos han tenido en las economías del mundo bajo la premisa de que son la medida más expedita para lograr la normalidad.
El artículo analizó el estado de cada uno de esos proyectos principales que en esencia tienen como objetivo buscar la producción orgánica de anticuerpos dirigidos contra una estructura fundamental de la superficie del Sars-CoV-2 ubicada en una de sus espigas, lo que impediría su unión a las células y su replicación.
Las medidas generalizadas de cuarentena, aislamiento y distanciamiento físico han contrarrestado la propagación del Sars-CoV-2, y los países siguen enfrentando los desafíos más grandes “para la reapertura de la sociedad”, dicen los autores. Y en este punto está claro que la única forma de proporcionar inmunidad efectiva es con una vacuna segura.
De las cinco potenciales vacunas algunas tienen como método el ARN mensajero en un virus recombinante y en la utilización de vectores.
Vacunas basadas en ARN mensajero
De acuerdo con el artículo, las vacunas (ARNm) ofrecen una metodología novedosa. Y aunque se ha mostrado prometedora aún no se ha usado comercialmente.
Como se sabe, el ARNm es el paso intermedio entre la traducción del ADN y la producción de proteínas dentro de las células. Y estas vacunas actúan bajo la premisa de que dicho ARNm modificado -es decir diseñado- puede producir un antígeno (proteína estructural del virus) de tal manera que este pueda fabricarse dentro de las células sin producir daño, lo que en teoría conduciría a que el organismo humano reaccione contra él en forma de anticuerpos o de defensas celulares.
La ventaja de estas vacunas es que evita la introducción en el organismo de partes vivas, muertas o de subunidades del Sars-CoV-2, lo que le conferiría un mayor nivel de seguridad.
Sin embargo, debido a que el ARN mensajero es muy susceptible a la acción de enzimas extracelulares que lo pueden descomponer, los investigadores buscan introducirlo dentro de un sistema complejo de lípidos resistentes que lo puedan proteger.
Dos de las cinco vacunas candidatas se basan en esta metodología. La primera es la de Moderna, una compañía de biotecnología con sede en Massachusetts, que desarrolla el proyecto mRNA-1273, que es una vacuna encapsulada en nanopartículas de grasa que induce la producción de una proteína de espiga del Sars-CoV-2 completamente estabilizada y que ya ha demostrado producir anticuerpos de defensa.
Esta vacuna, en particular, terminó sus ensayos de fase 2 con dosis aplicadas a 600 participantes adultos e inició sus estudios de fase 3 respaldada con una inversión de 483 millones de dólares de la Autoridad de Investigación y Desarrollado Avanzado Biomédico (Barda, por sus siglas en inglés), que forma parte del HHS.
Y la segunda es el proyecto de Pfizer, en conjunto con la alemana BioNtech. Su desarrollo enfoca este ARN encapsulado también en nanopartículas lipídicas que inducen la producción de una proteína de la espiga S del Sars-CoV-2. En el momento, después de terminar sus ensayos en fase 2, están centrados en definir si se deben usar una o dos dosis para una mayor efectividad.