Héctor Lucena apaga las luces de una “futura” reestructuración industrial
Gustavo Oliveros / gustavooliveros4@gmail.com
Esta pérdida de empleo formal, no solo constituye una debacle para las grandes industrias, sostiene Lucena, sino que también mermó, de manera garrafal, a las organizaciones de trabajadores desde el punto de vista institucional.
De las 12.000 empresas industriales existentes en Venezuela para el año 1998, solo sobreviven en 2020 unas 1657, según datos de Conindustria y el estudio desarrollado durante seis meses por Héctor Lucena, profesor de la Universidad de Carabobo, licenciado en Relaciones Industriales con PH.D en la Universidad de Glasgow, Inglaterra, quien pareciera no sorprenderse de estos resultados, puesto que desde el año 2007 ya venía recopilando datos que vislumbraban la debacle nacional, momento para el cual se perdían 108.000 empleos directos, y más de 300.000 de manera colateral. El autor del estudio aclara, sin tapujos:
―En el estado Carabobo, específicamente para esa fecha, estaban en funcionamiento unas 987 empresas afiliadas a Conindustria, pero hoy en día no pasan de 200 y la tendencia es a la baja.
Señala Lucena que para inicios del año 2000, 50 % de las industrias estaban establecidas en este Estado y superaban ampliamente unos 120.000 empleos entre directos e indirectos.
―Al 2020, las que sobreviven a la debacle apenas alcanzan una capacidad productiva de 20 %, lo que conlleva a una lamentable pérdida de empleo, cuya consecuencia viene a ser el empobrecimiento de la clase trabajadora, tal como lo revela la reciente encuesta Encovi 2019-2020.
Esta perdida de empleo formal, sostiene Lucena, no solo constituyó una debacle para las grandes industrias, sino que también mermó, de manera garrafal, las organizaciones de trabajadores desde el punto de vista institucional.
―Los sindicatos han experimentado una disminución notable, porque en las industrias el modelo organizativo era por empresa y al desaparecer las empresas arrastraron a la tumba también, a los sindicatos existentes en ella.
―Esa tumba que usted menciona, últimamente, parece que va en vías de convertirse en un cementerio.
―Ciertamente. Tenemos que los pocos sindicatos que sobreviven al desastre, al menos en Carabobo, han tenido que adaptarse, y eso significa dejar de lado los derechos consagrados que les dan existencia como representación de los trabajadores en lo concerniente a los acuerdos con las empresas sobre sueldos, salarios, bonos y demás remuneraciones, que incluso tenían que ver con bolsas de alimentos, transportes, vestuario y herramientas para realizar su trabajo, tal como lo prevé la Lopcymat.
―Es decir, la contratación colectiva desaparece y se convierte en una especie de letra muerta, un saludo a la bandera... tal como nuestra Constitución…
―Sí. Se podría decir, porque la idea está centrada en mantener la fuente de trabajo esperando que pase el vendaval, y percibir algún tipo de ingreso que les permitan cierto sustento para mantener el núcleo familiar en esta época de crisis.
―Es decir, usted anticipa que, de continuar esta política empresarial, los sindicatos tenderían a desaparecer.
―Al menos los que se forman a nivel de empresas Por otro lado, subsistirían apegados al estatus aquellas organizaciones progubernamentales, las que firman contrato con el Estado. Realmente, hay un retroceso en la organización de los trabajadores. La debacle económica del país nos retrocede en todos los ámbitos, y muy especialmente en lo que tiene que ver con sindicatos, el consumo, los empleos y salarios. Hay necesidad de nuevos pactos de país, redefinir hacia dónde hay que ir, ya que la política de fragmentación y acoso a la
autonomía sindical, así como la llamada flexibilización de la ley y los cambios en los convenios colectivos se llevaron al traste todas aquellas reivindicaciones ganadas con años de lucha.
Para darle mayor énfasis a su explicación, Lucena recurre a los datos de la reciente encuesta Encovi 2019-2020, según la cual en este quinquenio, desde finales de 2014 hasta mediados de 2020, el empleo en manufacturas y construcción, sectores que agrupaban la segunda opción de empleados en el país, se redujo 50 %. Es decir, la mitad de lo que existía para 1998.
―¿Qué o cuáles estrategias sindicales, a su entender, se han puesto en marcha para sobrevivir como organizaciones ante la crisis empresarial, agregada a la pandemia de la COVID-19?
―Los sindicatos han experimentado, como te expliqué antes, una disminución notable en todos los sectores, pero es más agudo en el sector industrial porque, en este caso, los sindicatos se constituían por empresas y no por rama de industrias, por lo tanto, al morir o cerrar una empresa, se llevaba con ella al sindicato existente. Con las empresas sobrevivientes, la estrategia de los trabajadores ha sido hacer esfuerzos para equilibrar intereses de productividad y trabajo. Porque ahora lo importantes es mantener la fuente que les otorga el empleo.
―Y qué hay respecto a la actitud de las empresas. ¿Se aprovechan de esta situación de orfandad sindical o buscan soluciones en las que ganar-ganar permita continuar con la poca producción con la que pueden lidiar, entendiendo los obstáculos que se les presentan con importaciones más baratas, falta de incentivos, poca ayuda del Estado, etc.?
―Se adaptan en una especie de convenio privado, particular, porque ambas instituciones entienden la crisis por la cual están pasando. Es decir, ante lo establecido por la ley, en el caso de "sobrevivencia" de ambos sectores, lo que les quedó fue inventarse una "desregularización" en el estamento laboral, en contra de la llamada flexibilización por parte del Gobierno, que les permitía a muchas empresas "olvidarse" de lo establecido en la regulación sobre "despidos injustificados".
Héctor Lucena complementa su exposición anunciando que las fuentes privadas más confiable señalan una hiperinflación entre 3000 y 3.500%, quizás la más alta en la historia de la región y la mayor en el mundo.
Héctor Lucena: Académico graduado en la Universidad de Carabobo, docente hoy jubilado. PHD en la Universidad de Glasgow, Inglaterra. Investigador asociado en varias universidades de Estados Unidos, España, México y Argentina. Autor de 183 publicaciones entre 1973 y 2020. Su más reciente investigación se titula "Venezuela: Balance productivo y laboral", capítulo del libro Trabajo y crisis de los modelos productivos en América Latina.