Eduardo Orozco / eorozco45@gmail.com
La mayoría opositora al régimen de Maduro no se quiso expresar en estas elecciones del domingo 21 de noviembre o lo hizo de manera dispersa. Abstención y dispersión son dos elementos dominantes en cualquier análisis que pretenda sacar conclusiones que permitan definir los próximos pasos de los sectores enfrentados al régimen.
Son tiempos para entender, de una vez por todas, que esa mayoría exige al liderazgo opositor unidad y estrategia coherente para detener el proceso de disolución del país. Casi el 60% de los votantes no encontraron razones suficientes para movilizarse a votar, 20% más que las históricas cifras de ausencia que han marcado las elecciones venezolanas.
Ya es un lugar común hablar de Unidad, palabra que pareciera que muchos no quiere escuchar. Son diversos y repetidos los llamados a una concertación efectiva que se convierta en la gran fuerza que rescate la democracia venezolana
Ciertamente, factores como la desconfianza en el CNE, el ventajismo oficial, el fantasma de las trampas, los atropellos contra opositores, son argumentos de mucho peso que se esgrimen para no ejercer el voto, pero sobre todo predomina un reclamo al liderazgo en relación a la necesidad urgente de Unidad.
Ya es un lugar común hablar de Unidad, palabra que pareciera que muchos no quiere escuchar. Son diversos y repetidos los llamados a una concertación efectiva que se convierta en la gran fuerza que rescate la democracia venezolana. Recientemente, una voz calificada del país como el padre Luis Ugalde, reiteraba ese clamor al tiempo de anunciar su disposición a votar para “Obligar también a los opositores, hoy vergonzosamente divididos, a la fundamental unión democrática”, dijo.
Sería largo enumerar las exhortaciones al acuerdo unitario expresadas desde diversos ámbitos y, en estos momentos, posteriores a las recientes elecciones adquieren mayor resonancia y dramatismo al observar los resultados en los que una minoría que ha destruido el país exhibe los votos necesarios para hablar de su “triunfo”.
Y no solo el liderazgo tiene la primera responsabilidad. También las organizaciones de la sociedad civil, los gremios profesionales, el ciudadano común, tiene su cuota en este esfuerzo nacional por superar esta crisis.
El régimen sigue siendo ilegítimo, totalitario, abusador, ineficiente, pero los opositores no supimos expresar esa fuerza mayoritaria que espera gestos y acciones contundentes del liderazgo para convocar a las batalles que pongan fin a esta pesadilla.