Rafael Gallegos / gallegos.c@gmail.com
Los seres humanos siempre nos enfrentamos a dilemas. A lo Hamlet: ser o no ser. Nos corresponde en primer lugar definirlos correctamente, y en segundo término hacer la selección más asertiva, para facilitar el logro de los objetivos.
Hamlet decidió vengar a su padre, definió su to be or no to be. Juzgue usted si lo hizo bien o mal, porque terminó acompañando a su padre en el mundo de los fantasmas.
El inglés Churchill, ante la amenaza nazi definió su dilema: negociar o guerrear. Decidió enfrentar a Hitler, y terminó victorioso y como uno de los grandes políticos del siglo XX. Por el contrario, Chamberlain decidió negociar con Hitler, y acabó con su carrera política.
Lech Walesa ante el dilema de participación electoral, decidió votar, lejos de las condiciones óptimas, y obtuvo resultados positivos. La oposición chilena decidió negociar con el terrible Pinochet, y le fue bien. Contrariamente, la oposición bielorrusa optó por participar en el proceso electoral … y salió con las tablas en la cabeza.
El mismo “duro” de 1939, Churchill, al final de la guerra decidió negociar con su “compañero de ruta” y antípoda, José Stalin, y le cedió media Europa…
¿Quién tenía razón? Depende, cada situación es diferente. Lo importante en cada una, es definir el dilema correcto, hacerse las preguntas correctas, y seleccionar la opción más acerque a los objetivos. Por sus resultados los conoceréis.
Civilización o barbarie
La Doña Bárbara de Rómulo Gallegos mostró un dilema que parece eterno: civilización o barbarie.
Para los romanos, la barbarie era… los que no eran romanos. Para los conquistadores europeos, los bárbaros claro está, eran los indígenas.
Para el argentino Domingo Faustino Sarmiento en su monumental Facundo, la barbarie eran los campesinos, los indios, los gauchos. Y la civilización, lo que se pareciera a Europa, con industrialización, leyes y progreso.
Para José Enrique Rodó, la civilización era Ariel y el barbarismo, Calibán. En apurada síntesis simbolizaban la espiritualidad de América Latina versus la irracionalidad del materialismo norteamericano.
Para Don Rómulo Gallegos, Doña Bárbara representaba el caciquismo, el latifundio, la ignorancia y en general todo el atraso del gomecismo que agobiaba a Venezuela, mientras la “civilización” era Santos Luzardo con su carga citadina y su educación, que de alguna manera representaba los valores democráticos y la esperanza de una nueva Venezuela.
Doña Autocracia
Los mensajes galleguianos trataron de significar un avance desde la barbarie hacia la civilización. Cada autor escoge sus dilemas desde su época y desde sus valores.
Venezuela parece condenada a abordar los siglos con décadas de retraso. Según Mariano Picón Salas llegamos al siglo XX a la muerte de Gómez, en 1935. Y por los que se observa, para llegar al siglo XXI, tendremos que superar esta fatídica “revolución”.
Por ello, si tuviéramos que definir nuestro dilema en este siglo XX prolongado que nos toca padecer, deberíamos partir de redefinir nuestra eterna lucha Civilización – Barbarie.
¿Cuál es la barbarie que padecemos los venezolanos hoy? Veamos:
> La licuefacción de poderes…. en un jugo, zumo, hugo, que ha “madurado” por más de veinte años y se refleja en una sociedad donde no hay división de poderes, donde por cualquier cosa se apresan políticos, o se inhabilitan individualidades y partidos políticos. La cima del juancharrasqueadismo.
> La improductividad… que muestra una sociedad donde los cada vez más inexistentes empresarios privados deben sobrevivir boqueando con hiperinflación, sin financiamientos, sin gasolina, sin vías de comunicación, sin repuestos, sin seguridad de ningún tipo, sin servicios de calidad, sin apoyo institucional. Además de la destrucción de Pdvsa, las empresas de Guayana, las de servicios etc. Lo que se refleja en empresas reducidas al 20% y a su vez produciendo al 20 % de su capacidad instalada, en desnutrición colindante con el hambre, en desempleo récord mundial, y no seguimos porque nos da pena ajena.
> La quiebra de los servicios… educación, salud, prensa, transporte, luz, agua, internet… no sigo para no echarle cuentos a usted, que sabe y padece tantas historias.
> La opacidad electoral… capítulo aparte que ya ha hecho rutina el triunfo electoral de los más impopulares. Una especie de círculo cuadrado comicial, muy común en las autocracias.
La barbarie de hoy para los venezolanos se llama Autocracia. Parodiando la monumental novela del Maestro Gallegos: Doña Autocracia.
Por otro lado, casi por reverso respecto a la barbarie que hemos definido, nuestra “civilización” está determinada por los siguientes aspectos: separación de poderes, productividad empresarial y social, desarrollo de servicios óptimos y, elecciones libres. Todo ello se puede resumir, en una palabra: Democracia.
Es decir, nuestro ser o no ser para los venezolanos de este año 2021, es:
Democracia o Autocracia… he ahí el dilema.
En este momento pre electoral, todas las estrategias de la oposición deben estar orientadas a acabar con la autocracia y fortalecer la democracia. Más allá de los cálculos personales o partidistas.
Bajo este dilema Democracia - Autocracia, el 80 % de los opositores debe definir su actitud: Votar o no votar. Participar en las elecciones o quedarse en la casa viendo como el gobierno arrasa. Ser “coherentes” no participando en elecciones sin condiciones, o “doblegarse”. Esperar la invasión, o bajar la cabeza ante la autocracia… To be or no to be.
Y esto va con todos los opositores. Usted, los líderes políticos anti gobierno tan enemistados y dispersos, los negociadores, los no negociadores, los chavistas arrepentidos, etc. etc. Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad. Es hora de definiciones.
Mi Ruta 21N
Humildemente y sin la intención de descalificar al que piense lo contrario, propongo que la ruta debe ser: Votar el 21N.
Votar, para capitalizar el 80 % de ciudadanos desesperados con este gobierno. Para movilizar las masas. Para fortalecer los partidos. Para emerger liderazgos. Para introducirnos en los intríngulis del gobierno y atacarlos desde adentro. Para fortalecer la maquinaria electoral… para prepararnos para el Referendo Revocatorio.
¿Que podemos perder las elecciones?... es muy posible que apenas se ganen unas pocas gobernaciones y alcaldías. La increíble dispersión de la oposición (seis o siete candidatos compitiendo por cada puesto) desinfla las expectativas. Además, la oposición, por ahora, está lejos de una organización que capitalice la actitud anti gobierno de Venezuela.
¿Qué van a colocar protectores, y a quitar atribuciones a los electos y a obstruir mandatos?... no lo dude. Pero tenga claro que, si usted y yo y todos salimos a votar, no habrá fuerza que impida un gran triunfo. Una sorpresita. Y eso… depende de usted.
Por otra parte, las negociaciones de México van en serio. El gobierno no tiene sustento económico y necesita urgentemente que le levanten algunas sanciones, y Biden está cansado de ofertar: cambio sanciones por democracia…
Algunas medidas saldrán a la luz, y no lo dude, hay muchas que están pre cocidas. Llegó la hora de un Acuerdo. Nos guste o no, algo habrá…
Y por encima de todo, estas elecciones deben ser un calentamiento (traqueos, dirían en los hipódromos) para el Referendo Revocatorio, que es la carrera con el premio mayor.
Además, según la Constitución el RR corresponde en el 2022, y con votación masiva, se daría fin al gobierno.
Para ese RR, luego de la votación del 21N, las maquinarias estarían más aceitadas, el marasmo disminuido y la unidad sería automática. Con el 80 % del país desesperado por cambiar este gobierno, hay magníficas expectativas.
Por ello, uno de los puntos clave de las negociaciones en México deberías ser dar luz (sin trabas y con testigos internacionales desde la solicitud) al RR.
Y se estaría cumpliendo con el dilema: avanzaría de manera significativa la democracia vs la autocracia.
Plantee su propio dilema. Usted decide. Pilas y guáramo siguen siendo nuestras primeras necesidades.
Que veinte años si es mucho… demasiado.