El debate entre Mike Pence y Kamala Harris, los dos candidatos a la vicepresidencia de EE.UU., fue muy distinto al protagonizado por Trump y Biden, señala el diario español ABC. “el encuentro entre los «segundos de» en la noche del miércoles fue una balsa de aceite.”
La periodista de «USA Today» Susan Page, exigió un debate animado, pero los estadounidenses merecen una discusión que sea cívica», advirtió antes de que comenzaran las intervenciones. El debate no solo no resultó animado, fue incluso algo soso. Y, como debate, casi inexistente. Porque Pence y Harris no se dedicaron a confrontar opiniones, ni la moderadora les invitó a ello. Se limitaron a colocar sus mensajes.
En ese formato, ganó Pence por los puntos. No porque fuera más brillante o convincente que Harris, sino porque venía en desventaja en medio de la epidemia de Covid y del positivo de Trump y consiguió repetir mensajes que el votante conservador quiere escuchar y que se pierden en el ruido que rodea a Trump.
La rigidez del debate le favoreció. Hubo mucho espacio para hablar de los temas que convencen al votante conservador y moderado: economía, recortes de impuestos, Tribunal Supremo, policía. Cuando la preguntaba no le interesaba, Pence, sin mover una ceja, respondía otra cosa. La indiferencia de la moderadora y de su rival, que estuvo contenida, le beneficiaron.
Harris sacó partido de los primeros bloques del debate, dedicados a la epidemia. Calificó la gestión de la Administración Trump -con Pence al frente del grupo de trabajo de la Casa Blanca- como «el mayor fracaso de todas las administraciones en la historia del EE.UU.» y recordó su factura: los más de 210.000 muertos, los 7 millones de contagios, los millones de empleos perdidos, las empresas que han cerrado… Acusó a Trump y a Pence de saber desde finales de enero la gravedad de la epidemia y no actuar al respecto. «Lo sabían y lo encubrieron. El presidente dijo que era una farsa», dijo.
Como respuesta, Pence repitió la defensa habitual de Trump: la suspensión de los viajes desde China logró ganar tiempo y salvó «cientos de miles de vidas» (el presidente prefiere decir «millones»). No respondió a la pregunta de por qué EE.UU. tenía muchos más muertos per capita que muchos países y dijo, con pomposidad e insistencia, que el presidente «puso las vidas de los estadounidenses primero». Con inteligencia, convirtió los ataques de Harris a su Gobierno en un ataque «a los sacrificios que han hecho los estadounidenses».
«Tener respeto a los estadounidenses es decir la verdad», contestó con rotundidad Harris. «La ineptitud de esta Administración es que no quiso decir la verdad. Y por eso los estadounidenses tuvieron que hacer grandes sacrificios».
Mensajes conservadores del vicepresidente
Pence también colocó algunas frases que funcionan con el votante moderado: «Biden dice que la democracia está en las urnas. Lo que está en las urnas es la economía estadounidense y su recuperación», aseguró. Siguió por esa línea, con acusaciones de que los demócratas subirán los impuestos -«ocurrirá el primer día»- o que prohibirán el ‘fracking’ en la extracción de gas natural. Dio igual que Harris negara las acusaciones: Pence las repitió y quedaron registradas.
Harris fue agresiva en algunos aspectos, como el cambio climático -«esta Administración no cree en la ciencia»-, cobertura sanitaria -«si tienes enfermedades previas, van a por ti»- o aborto -«la elección sobre su cuerpo la tiene la mujer, no Trump o Pence»-. También fue efectiva en recordar, como en una letanía, los insultos de Trump a los militares y sus comentarios xenófobos y tibios con grupos nazis o supremacistas.
Pero no mordió con fuerza en asuntos como los impuestos del presidente -que, a pesar de ser un multimillonario, ha pagado mucho menos que el estadounidense medio durante muchos años- ni en su contagio de covid, para muchos el símbolo del fracaso de su gestión de la epidemia. Se esperaba que Harris usara guante blanco sobre la salud de un presidente en ejercicio y así lo hizo. Trump no se lo agradecerá, pero quizá sí el votante moderado al que Harris trató de no asustar.
Es probable que este debate, con un Pence sólido y una Harris con el freno de marcha puesto, no altere el curso de la campaña. Para Biden, al que las encuestas le dan ventaja, es buena noticia. Para Trump, que venía en trayectoria descendente en medio de su oleada de contagios, es un respiro.
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