En medio de un ambiente de agradable expectativa, rodeada de amigos, María Elena Corrales presentó su reciente libro “Desarraigos” en los siempre cálidos y amplios espacios del café Macondo de Kendall la tarde del sábado 14 de junio.
El evento contó con la moderación de la periodista Marianela Balbi y la presentación de Miguel Génova, quien se refirió a esa “fuerte sensación que llamamos desarraigo pero que se transforma en amistad y esperanza a través de personajes muy bien definidos en los 14 relatos de la autora”.
Corrales, con inocultable emoción, compartió con el público, que colmó el café, la satisfacción por la culminación de un trayecto creativo en el que descubrió, entre otras cosas, que el desarraigo es múltiple; no solo es ese sentimiento del que se va, de quien se aleja de un país, sino también de quien se queda, del que siente que ya el país es otro, que ya no le pertenece.
“Tuve que aprender a escribir de otra manera; ya no eran los ensayos, los análisis en el trabajo, ahora eran sentimientos reales en los que se revelaban historias conmovedoras; “Son millones de historias, fragmentos de un país que no hace tantos años miraba confiado y orgulloso el futuro”.
Se produjo un interesante diálogo entre Corrales y Génova quien afirma que “Es un magnífico texto en la que funden prosa y poesía”, para contarnos sobre esas historias hilvanadas sobre el telón de fondo de la partida, de los recuerdos, del miedo, del drama de la herida abierta en el corazón de Guayana.
La autora señala que esta experiencia fue “como bucear en el alma de personajes diversos de los cuales aprendí mucho” al referirse a los testimonios sobre los que construyó sus narraciones. Y comparte con el público un pedazo de historia: “Luego llegaron los besos y los no te vayas todavía que se prolongaron por dos meses. Rosa recuperó una alegría que creía muerta. Emilio repasó su cuerpo claro y peinó sus cabellos. Un día, cuando el amor comenzaba a ser costumbre, le propuso que se fuera con él al sur. Ella había oído hablar de las minas, pero nunca se lo creyó. La mina que Rosa perseguía estaba en el norte y hacia allá quería emigrar. Pero Emilio logró convencerla, le contó del oro que brotaba de cada piedra y de cómo, en muy poco tiempo, podían reunir el dinero necesario para irse al norte, pero por avión. ¡Como los sifrinos!, concluyó Rosa y los dos rieron esperanzados. Él nunca le aclaró que vivirían en medio de una polvareda roja y caliente y ella nunca le dijo que estaba embarazada. El amor naufragó en esos dos silencios.”
María Elena Corrales es una destacada profesional venezolana, residenciada en Washington DC, con amplia trayectoria en la evaluación de programas de infraestructura y la reestructuración de servicios públicos en América Latina.